Por
Jorge Mariscal Hispanic Link
Casi
en la última parte del discurso que el presidente
George W. Bush dijo en su informe e la nación, apareció
una figura fantasmal, muy reconocida por los latinos. El
viejo “cucuy” que nos persigue e leyendas, llegó
disfrazado del “destino manifiesto”, la ideología
de la superioridad racial y cultural que guió a los
Estados Unidos a explotar (¿apropiarse?) del Oeste,
quedándose con territorios mexicanos, luego miró al
sur hacia la América Central y el Caribe y mucho más
allá del Océano Pacífico.
Al
escribir sobre la anexión de Texas
en 1845,el político John O´Sullivan inventó la
frase “destino manifiesto” para describir la ideología
expansionista de los Estados Unidos. Declaraciones
recientes del presidente Bush contienen un eco de
similitud con las palabras de O´Sullivan, ahora que,
ate la posibilidad de una nueva guerra, otras naciones
han puesto en duda la hegemonía de los Estados Unidos.
Robert
Winthrop, un congresista republicano, entre otros, volvió
a utilizar
esa frase de O´Sullivan para justificar su campaña en
pro de una guerra con México para hacerse
con los territorios norteños de ese país hace más
de 150 años.
Según
el concepto original de O´Sullivan, Dios puso en manos
de los Estados Unidos “el desarrollo del gran
experimento de libertad
y autogobierno de estados federales”.
En
muy pocos años, Estados Unidos había conquistado todo
el suroeste y obligó a México a firmar el Tratado de
Guadalupe Hidalgo, que le cedía esos territorios.
El
destino manifiesto en su encarnación del siglo XXI ha
disfrazado la retórica racista pero aún lleva con
orgullo una indumentaria del arrogante. El presidente
Bush en su discurso declaró que: “los americanos
somos un pueblo libre, que sabemos que la libertad es el
derecho de cada persona y el futuro de toda la nación.
La libertad que precisamos no es el don de Estados
Unidos al mundo: es el don de Dios a la humanidad”. No
hace falta aclarar la implicación.
Dios
otorgó la libertad a la humanidad y los Estados Unidos
es quien interpreta e implementa la voluntad de Dios en
la tierra.
El
presidente también dijo, “América es una nación
fuerte y honorable en el uso de nuestra fuerza.
Utilizamos la fuerza sin conquistar, y nos sacrificamos
por la libertad de otros”.
Bueno
pues, dígale lo anterior a los indígenas nativos
norteamericanos, a los puertorriqueños, a los filipinos
y a los centroamericanos. Cuénteselo a los mexicanos
que habitaban el suroeste durante el siglo XVI.
Más
aún, repita ese discurso a las familias de cientos de
inmigrantes indocumentados que han muerto en la frontera
“militarizada” simplemente porque buscaban una mejor
vida.
Escondida
en el discurso había una frase que no fue muy
analizada, pero que es reveladora. El presidente advirtió:
“La ideología de la fuerza y de la dominación ha
vuelto a aparecer”.
El
dictador de Irak, sugirió Bush, es la encarnación de
esta ideología tal y como lo habían sido el
“hitlerialismo, el militarismo y el comunismo” de
las décadas pasadas.
Millones
de personas de todo el mundo y en Estados Unidos de
inmediato concordaron que efectivamente, “la ideología
de la fuerza y la dominación” ha vuelto ha surgir.
Pero muchos comprenden lo que realmente ocurre. Saben
que los más grandes promotores de “la ideología de
la fuerza y la dominación” hoy se llaman Bush, Cheney
y Rumsfeld, entre otros.
“Esta
nación entra en guerra contra su voluntad, porque
conocemos el costo, y anticipamos los días de luto que
siempre llegan”, añadió el presidente. Los ultra
conservadores de la administración de Bush temen los días
de luto solo en abstracto, porque ellos o sus familias
no corren el riesgo de perder la vida. El verdadero luto
les llegará a miles de iraquíes inocentes y las
familias de los soldados norteamericanos que serán
sacrificados.
Si
permitimos que continúe, la administración Bush ha optado no sólo por la guerra permanente, sino también
por el luto permanente. Habrá luto permanente en miles
de hogares en este país y muchos más en el resto del
mundo.
Durante
este mes tenemos una nueva razón para sentir luto.
Siete astronautas murieron en el claro cielo del
suroeste. Que terrible ironía que el trasbordador
espacial Columbia se desintegrara sobre Texas, el campo
de cultivo de la carrera política de George W. Bush y
cuna de uno de los episodios más tempranos del
“destino manifiesto”.
*Jorge
Mariscal es veterano de la guerra de EU en Vietnam y
director del programa de Artes y Humanidades
Chicano/a-Latino/a en la Universidad de California en
San Diego.
Referencia:
Diario
La Prensa del Inland Empire
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